Saddam Hussein fue encontrado por la armada estadounidense en un agujero que hacía las veces de escondite en una ciudad de Iraq. “Apenas opuso resistencia”, alegaron aquellos que le encontraron. Así, se daba muerte a la semilla del terror.

Hussein fue el máximo poder iraquí durante 24 años en su plena dictadura y sembró el terror durante todos aquellos años, no sólo en su nación, sino en el resto del planeta. Sus torturas, asesinatos, violaciones y represiones le marcaron como el carnicero de Iraq. Esto le condenó a la horca después de que Estados Unidos lo hallase en su escondite.

Sus torturas, asesinatos, violaciones y represiones le marcaron como el carnicero de Iraq.

Nació en una pequeña aldea de Tikrit, una ciudad situada a menos de 200km de Bagdad. Su infancia estuvo marcada por el horror de una familia que le hizo sentir indeseable. Poco antes de nacer, su padre había abandonado su hogar y su hermano de doce años había muerto de manera repentina. Su madre, consumida por la depresión, decidió arrebatarse la vida, así como la de su hijo aún no nacido. Pero por causas del destino aquel intento de suicidio resultó en vano y su madre se casó por segunda vez con un criador de cabras que negó la escuela a Saddam. Así, la semilla del diablo creció infeliz y con una única válvula de escape: su tío Tolfah.

Toflah era en aquel momento el gobernador de Bagdad. Fue quien le enseñó todo lo que sabía sobre política y amor. Le concedió a Saddam la mano de su hija, con la que se casó y tuvo dos hijos: Uday el terrible y Qusay el moderado. Con tan sólo 19 años se afilió al Baaz, el partido más radical de Iraq, lo que le impulsó para dar un fallido golpe de Estado contra el rey de aquel momento Faisal II.

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Con la juventud de un chico de 22 años, intentó asesinar al primer ministro iraquí. La justicia de su país natal le acusó de complot y le sentenció a muerte, pero disfrazado de mujer logró escapar de su guillotina y marchó a Egipto. Allí pudo exiliarse como político y cursar estudios de derecho. Conoció diversas entidades pertenecientes al Partido Baaz egipcio cuya ideología era izquierdista y panárabe. Si bien esto le permitió regresar a Iraq en 1963 y asumir la cabeza militar del partido, el Baaz fue derribado y Saddam enviado a prisión.

En 1968 se alzó en un nuevo golpe de Estado, el golpe que, esta vez sí, le otorgó el máximo poder. Miles de musulmanes murieron a manos de Saddam. “En Iraq las víctimas de la tortura están sujetas a una amplia gama de formas de tortura, incluso la extracción de ojos, los apaleamientos severos y a las descargas eléctricas… como resultado, algunas víctimas han muerto y muchas han quedado con daños físicos y psicológicos permanentes”, afirmaba Amnistía Internacional.

Miles de musulmanes murieron a manos de Saddam

Entre sus políticas de odio, destaca la represión hacia los kurdos (aquellos que vivían en la región montañosa de Kurdistán y que en ocasiones tenían una lengua y religión diferentes). Como consecuencia, hubo un desplazamiento de 900 mil iraquíes al norte del país.

Después de largos años de represiones y sanguinarias carnicerías, Saddam Hussein se escondió en un agujero a unos pocos metros de uno de sus palacios. Allí fue encontrado por la CIA norteamericana y condenado a la horca.

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